Cuando David se convirtió en rey de Israel, fue finalmente capaz de asumir el papel que se le había prometido años atrás. Pero al hacerlo, nos dejó un ejemplo de cómo debemos actuar cuando experimentamos también victoria. En lugar de olvidar el pasado y con poder en triunfo, David buscó al Señor, mantenido sus promesas y poniendo su fe en Dios.