Todo el mundo tiene decepciones en algún momento, pero aquellos en el ministerio son particularmente susceptibles a ellos. El apóstol Pablo, mientras estaba en prisión en Roma, escribió a Timoteo y le reveló sus sentimientos, ofreciendo ideas para superar la decepción.
Dado el mundo en el que vivimos, es fácil entender la desesperanza: guerras, ataques terroristas, enfermedades incurables, pobreza, desastres natural...