En la lección anterior, se dice que cuando se trata de la fe, las acciones hablan más que las palabras. Pero eso no es para disminuir el poder de las palabras que salen de nuestras bocas. Las palabras que hablamos tienen un gran peso también. Podemos destruir vidas o restaurarlos con el movimiento de la lengua. Como creyentes, ahora debemos ser cautelosos acerca de las cosas que decimos cada día. Santiago 3:1-12
En este volumen 2 de la exposición de Jueces, capítulos 8-16, del doctor David Jeremiah, hallamos esperanza en la misericordia restauradora de Dios....