Jonatán Edwards, predicador y teólogo estadounidense del siglo dieciocho, se distinguió por su vida disciplinada. Cuando tenía dieciocho años escribió en su diario: “Resuelvo: Que todos los hombres deben vivir para la gloria de Dios. Resuelvo, en segundo lugar, que sea que algún otro lo haga o no, yo lo haré.”
Edwards no fue perfecto, viviendo siempre para la gloria de Dios. Pero quería hacerlo. Tomó en serio la amonestación del apóstol Pablo en Primera a los Corintios: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Cosas buenas a menudo suceden después de que nos hemos consagrado.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra cómo Dios honra la dedicación . . . en su Minuto en la Biblia.