En mil novecientos setenta y dos, Cathy Rigby quería ganar una medalla de oro en gimnasia, en los Olímpicos. Aunque lesionada, se desempeñó bien; pero no ganó una medalla. En su desilusión, se consoló con algo que le dijo su madre: “HACER lo mejor que puedas es más importante que SER la mejor.”
En nuestro mundo competitivo, toda persona quiere ser el número uno. Pero debemos seguir el consejo sencillo que dio el apóstol Pablo: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” El éxito no es complacer a los hombres, sino agradar a Cristo.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la definición divina de éxito . . . en su Minuto en la Biblia.