Aunque la Navidad me encanta, nunca he podido conectar el oro, incienso y mirra que fueron los presentes para Jesús, con la avalancha comercial que tiene lugar cada año en la temporada. De alguna manera, en más de dos mil años de historia, hemos pasado del sencillo acto de adoración a algo en lo cual la economía del país depende cada año.
Cada persona tiene que hallar su propia zona de comodidad en cuanto a gastos en Navidad. Es maravilloso dar y recibir regalos en Navidad, y yo lo disfruto. Al dar y recibir, sin embargo, trato de que cada regalo haga acuerdo de la dádiva de Dios a la humanidad en esa primera Navidad.
Le habla David Jeremiah y esta es la historia de Navidad . . . en su Minuto en la Biblia.