Un poeta dijo: “La ansiedad mata a más personas que el trabajo porque más son los que se afanan que los que trabajan.” Otro dijo: “El afán es como una mecedora; te da algo que hacer, pero no te lleva a ninguna parte.”
Mientras más envejezco, menos me afano. Las cosas por las que podría preocuparme están fuera de mi control, de todas maneras. Jesús tenía razón: el afán no añade nada a mi vida, así que, ¿por qué afanarme? En cuanto a las cosas que puedo controlar, prefiero trabajar en resolverlas en lugar de afanarme por ellas.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la sabiduría de Dios en cuanto a la ansiedad. . . en Su Minuto de la Biblia.