Puede haber más, pero sé por lo menos dos cosas de las que ninguna persona sincera jamás se jactará: modestia y humildad. No pienso que alguien pueda ser verdaderamente modesto y humilde, y jactarse de tener esas cualidades.

El apóstol Pablo, que era modesto y humilde, se jactó muchas veces; excepto que nunca se jactó de sí mismo. Más bien, se jactaba del Señor Jesucristo. Se gloriaba en el evangelio, en la gracia, y de su propio sufrimiento puesto que magnificaban el poder de Cristo en su vida. Esa es la clase de jactancia que está bien que todos hagamos.

Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra las razones para gloriarse en Dios . . . en Su Minuto de la Biblia.