Un refrán dice: “La ingratitud es madre de todo vicio.” Otro dice: “La ingratitud es hija del orgullo.” ¿De qué manera la ingratitud conduce al vicio y orgullo? Pienso que lo sé.
Cuando no estoy agradecido por lo que tengo, puedo estar dispuesto a romper las leyes del hombre o de Dios para conseguir lo que pienso que me merezco. Y cuando soy orgulloso, pienso que tengo que agradecerme sólo a mí por mi buena suerte. Eso es peligroso. La Biblia dice que todo lo que tenemos viene de Dios. La gratitud siempre conduce al contentamiento y a la humildad.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra las buenas dádivas de Dios . . . en Su Minuto de la Biblia.