Los padres sonríen cuando sus hijos adolescentes insisten en que les dejen “ser ellos mismos”; especialmente cuando expresan su singularidad poniéndose la misma ropa, escuchando la misma música, y actuando de la misma manera como sus amigos. Sonreímos porque nos olvidamos que hicimos lo mismo cuando teníamos su edad.
Pero no son sólo los adolescentes los que sucumben a la presión de iguales. Los adultos también hacemos nuestra parte en eso de conformarnos. Eso no es totalmente malo, por supuesto, siempre y cuando recordemos que Dios nos hizo únicos y tiene cosas específicas para que realicemos por él. A veces eso significa ser diferente.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra cómo Dios lo hizo único . . . en Su Minuto de la Biblia.