Dice el dicho: “Se puede llevar al caballo al agua, pero no obligarlo a que la beba.” Y, sin embargo, ¿cuántos ignoramos esa verdad en nuestras relaciones personales? Usamos toda clase de “fuerza” para conseguir que otros hagan lo que queremos. Y por lo general fracasamos. Si en efecto lo hacen, es porque piensan que tienen que hacerlo, no porque quieran hacerlo.
¿Me permite sugerir una clase diferente de fuerza, que es más gentil y la otra persona no la verá para nada? Esa es la fuerza llamada oración. El apóstol Santiago escribió que la oración del justo puede mucho.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra cómo Dios contesta la oración . . . en Su Minuto de la Biblia.