Si alguna vez ha examinado de cerca una cuerda, que sea gruesa lo suficiente como para soportar mucho peso, sabrá que está formada de cientos de hebras delgadas enrolladas para formar una sola cuerda. Incluso los gigantescos cables de acero que sostienen los puentes de suspensión están hechos de hilos delgados de acero.
No es de extrañarse, entonces, que Salomón escribiera en Eclesiastés que un cordón de tres cuerdas no se rompe fácilmente. Estaba hablando de personas, por supuesto. En tanto que un solo individuo puede ser vencido, un grupo de tres es mucho, mucho más fuerte; por muchas, muchas razones.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra la fuerza de Dios en amigos consagrados . . . en Su Minuto de la Biblia.