Oí de un hombre que viajó a la capital para visitar las oficinas del Departamento de Impuestos. Dijo que simplemente quería conocer a las personas para las cuales trabajaba tan duro todos los días. No somos los únicos que se quejan por los impuestos. También se quejaban en días de Jesús.
Jesús sorprendió a sus oyentes diciéndoles que le den al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios. Nadie sabe exactamente cuán altos deberían ser nuestros impuestos, pero lo que sí sabemos es esto: Cuando le damos a Dios todo nuestro corazón, nada más importa.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra cómo dar ofrendas a Dios . . . en Su Minuto de la Biblia.