Winston Churchill, famoso primer ministro británico, fue uno de los oradores más elocuentes y persuasivos de la historia. Para educarse uno mismo en elocuencia, recomendaba leer libros de citas de grandes oradores y pensadores. “Las citas,” decía, “grabadas en la memoria te dan buenos pensamientos.”
Tener buenos pensamientos es un objetivo digno. Pero leer otro conjunto de citas puede resultar no sólo en buenos pensamientos sino también en algo más grande. El salmista escribió: “En mi corazón he guardado tus dichos, / Para no pecar contra ti.” Sólo las palabras de Dios son vivas y poderosas, y logran el objetivo de hacernos santos.
Le habla David Jeremiah animándole a que tome el camino a una vida nueva. Descubra el poder de las palabras de Dios . . . en Su Minuto en la Biblia.